Si vives en una comunidad de vecinos una de las problemáticas más habituales será la famosa e indeseada aparición de humedades en la comunidad.
¿Cuál es la causa? ¿Quién se hace cargo de arreglar los desperfectos de las posibles filtraciones? ¿Cuándo se podría hacer una reclamación? Si necesitas saber más sobre esto, quédate en este post.
La responsabilidad de la reparación de la humedad es fácilmente distinguible y dependerá de dos factores: el lugar de origen de la propia humedad y la causa de la misma. Para conocerlo, será necesario un informe técnico elaborado por profesionales que revele el motivo de la misma.
Aquí exponemos algunos focos en los que se pueden originar las humedades. Se les debe prestar atención y prevenir su aparición con un buen mantenimiento:
- En materiales de carácter poroso que, por su naturaleza, es más fácil que aparezcan filtraciones.
- Defectos constructivos de la obra que pueden hacer que el agua de lluvia se filtre.
- Las fisuras en paredes son otro foco de origen de humedades en la comunidad. Por ello, es muy importante dejar secar bien el cemento para evitar así, su aparición.
- Las juntas o espacios entre dos partes de la construcción, que están hechas de dos materiales diferentes. Lo más importante es que estén muy bien selladas para evitar las temidas humedades.
En una comunidad de propietarios podemos distinguir dos áreas bien diferenciadas: la privada y la común, la compartida y la propia, nuestro hogar y nuestra vecindad.
Los lugares inevitablemente compartidos, recogidos en el artículo 396 del Código Civil, son las instalaciones de la comunidad: escaleras, fachadas, portal, azotea y todos aquellos espacios que comparten uso y, por tanto, responsabilidad.
Es decir, cualquier zona o suministro que sea utilizado o provea a todos los vecinos, es responsabilidad de todos.
En este caso, hay tres tipologías que son de obligado compromiso para todos los vecinos de la comunidad:
- Se pueden dar humedades por capilaridad, que suponen filtraciones del suelo y suelen afectar a los pisos de la planta más baja o sótanos.
Estas surgen de las aguas subterráneas y se infiltran hasta la parte más baja del edificio. En esta ocasión, será la comunidad quien se encargue de su reparación.
- Otro caso es el de las filtraciones. Aparecen en forma de mancha en muros y paredes y suelen coincidir en los puntos en los que se unen materiales de diferente naturaleza.
¿Las causantes? Normalmente, la climatología a través de las lluvias, agua en el subsuelo, defectos de construcción o las fisuras que aparecen en las tuberías. Serán siempre responsabilidad de la comunidad.
- La condensación es otra de las causantes de humedades en la comunidad: aparecen puntos en la pared debido al vapor de agua, además de causar hongos y desperfectos en las paredes.
Las actividades domésticas poco recomendables suelen ser las responsables, aparte de la evidente necesidad de haber aireado la estancia.
La otra cara de la moneda es el llamado elemento privativo: es decir, la vivienda de una persona concreta que abarca las paredes interiores, el parqué, el baldosado, las instalaciones que se encuentren en el interior, etc.
En la práctica, son las zonas en las que los elementos dan cobertura o suministro única y exclusivamente al domicilio en cuestión.
El mal uso de la vivienda puede derivar, por ejemplo, en la rotura de una tubería, en cuyo caso, el responsable único sería el propietario. Asimismo, si la edificación es de nueva construcción y hubiera defectos, se encargaría el propietario de ponerle solución.
En este sentido, en el caso de que el piso sea de obra nueva o rehabilitado, se puede hacer una reclamación al constructor del mismo o al seguro. En el caso de que otro propietario provoque una humedad sobre su vivienda, entonces debe reclamarle a ese mismo el arreglo.
Si la humedad aparece en las zonas comunes, como las previamente nombradas, es competencia de la comunidad.
Aunque hemos podido diferenciar las áreas en las que propietarios o comunidad asumen la responsabilidad, aún existen casos menos claros que llevan a confrontación. Un ejemplo podría ser una instalación de calefacción central.
Aquí se ha de distinguir en la misma instalación la parte cuya responsabilidad corresponde a uno u otro. Si bien es cierto que el radiador se encuentra en un espacio privativo, hay una tubería que recorre esa y las demás viviendas del edificio.
Asimismo, hay otra tubería cuya función es suministrar exclusivamente a la vivienda en la que se encuentra el calefactor. Esa distinción es muy importante para hacer que asuma la reparación de la avería a quien de verdad corresponde.
Tras conocer la tipología de humedades en la comunidad y sobre quién recae la obligación de hacerle frente, es vital tener en cuenta el valor de un buen mantenimiento. Las consecuencias de que aparezcan en el inmueble son nefastas para la salubridad del mismo.
No solo es importante el aspecto de las viviendas, sino los daños producidos sobre los materiales, la posible aparición de hongos y pueden dar origen a alergias u otras enfermedades.
Por parte de la comunidad de propietarios es importante cumplir con las inspecciones periódicas del edificio, cada diez años. El objetivo es revisar que todo esté bien y, en el caso de que haya que hacer una corrección, realizarla.
Es imprescindible para mantener la seguridad y salubridad del edificio y es, además, un requisito del Código Técnico de la Edificación (CTE) para la Protección Contra la Humedad.
Por otro lado, hay algunos hábitos que se pueden implementar por parte de la comunidad y de los vecinos propietarios de manera individual. La primera: se debe llevar a cabo un programa de mantenimiento preventivo y llevar un control a través de un registro por escrito.
Es importante saber que no es recomendable poner parches a este tipo de problemas. En este caso, no solo tapar con pintura la humedad, sino buscar y sanear desde el origen.
También hay hábitos domésticos recomendables como ventilar la vivienda o limpiar con frecuencia canalones y bajantes. Como se suele decir: mejor prevenir que curar.